Y llega la calma después de la tormenta. La lluvia cesa, las nubes se esfuman y aparecen los primeros rayos de sol. En el infinito del horizonte se funden las gotas de agua con la interminable gama del espectro.
Y allí aparece. Grande. Majestuoso. Interminable.
El arcoiris nos enseña que no hay mal que cien años dure. Que después de un mal rato puede asomar algo maravilloso. Que de algo tan gris y oscuro puede surgir lo más colorido del mundo.
Me gusta esta foto, me gusta ese momento.
La luz se filtra entre las nubes, el edificio se recorta en el cielo, y sobre él, el protagonista de esta imagen.
Pequeña Adolf
Pues sí, a mí también me gusta... y mucho. Bonita reflexión. A eso nos aferramos constantemente: a ese arco iris.
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