Durante toda la historia de la humanidad se han hecho pocos
estudios sobre el color, sobre su significado, sobre lo que realmente es. Si
nos paramos a pensar, el color no tiene forma, es algo abstracto, percibido de
forma diferente para cada individuo, para cada ser vivo.
Entonces, ¿existe el color?
Me viene a la cabeza la frase de: si no lo veo, no lo creo.
Ahí está el problema. Lo vemos. Por tanto lo creemos, lo tenemos aprendido,
está en nuestra memoria, en nuestro vocabulario, y tenemos claro su concepto.
Ahora bien. Ese concepto es distinto en cada cerebro. Porque realmente, los
colores son simples palabras que derivan de una historia, de una anécdota,
incluso de otra palabra.
Por su parte la ciencia distingue cuadro modos clasificar el color: como pigmento, como luz,
como sensación y como información. Al ser cuatro modos de abordarlo, varían
según la zona en la que te has criado. Como cuenta el texto, una persona que
viva rodeado de nieve comprende más variantes del blanco, ya que necesita esa
información para su forma de vida. Una persona que viva en un desierto
distinguirá distintos tipos de marrones.
Por otro lado, no estamos en la cabeza de otros seres, no
sabemos qué perciben otras personas, que sensaciones les da cada color, porque
además, a mi parecer, nuestros recuerdos influyen, lo que se nos puede evocar
al ver un color puede variar si hemos vivido en cerca de la playa, o en una
montaña.
En fin, el tema del color es algo abstracto, difícil de
clasificar, me atrevería a decir que imposible. Sin embargo el ser humano ha
llegado a cierto entendimiento, incluso a simplificar las miles de incógnitas
que se nos presentan ante ello.
A pesar de este entendimiento, siempre estará la típica
pregunta:
¿El aguamarina, azul o verde?
Detrás de la palabra color hay muchos aspectos que le dan una naturaleza muy compleja. Me encanta la piedra que has puesto en la imagen. Bien por tu entrada.
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